Hoy, 11 de marzo del 2012, se cumple un año desde el terremoto de magnitud 9 que golpeó el norte de Japón, causando la muerte de cerca de 20.000 personas y destruyendo miles de viviendas.
Creo que todos los que vivimos en Japón podemos recordar claramente qué estábamos haciendo en el momento en que ocurrió el terremoto, porque fue un hecho que tocó de una manera u otra la vida de todos los que estamos aquí. El terremoto no duró más que unos pocos segundos, pero causó una destrucción que tardará décadas en ser reparada; debido a que no sólo fue un terremoto, sino también un tsunami y un terrible accidente nuclear.
Estos días, la televisión japonesa nos recuerda que no debemos olvidarnos de todas las personas que han sido víctimas de este desastre, de la gente que con mucho coraje y aplomo sigue viviendo día a día lo que les ha tocado enfrentar.
Yo no quisiera dejar pasar este día sin resaltar ese coraje del pueblo japonés, que se ha hecho más evidente desde hace un año. Es un coraje que demuestran incluso personas que lo han perdido todo: su familia, su casa, sus pertenencias. Quienes a pesar de ello mantienen el optimismo y las ganas de vivir, ayudándose entre sí para poder seguir adelante. Son personas como mi amiga Mikiko, a quien las únicas pertenencias que le quedaron fueron las que tenía consigo en su bolso en el momento en el que tuvo que evacuar para nunca más volver (ella vive en el mismo distrito de la planta de energía nuclear).
Gente de todo el mundo ha resaltado ese coraje y la fortaleza del pueblo japonés. Y son esas características las que les están permitiendo salir adelante en esta crisis y reconstruir sus pueblos y ciudades.
Para quienes vivimos lejos de las zonas afectadas, a veces parece algo del pasado. Pero, no debemos olvidar que aún hay miles de personas damnificadas que tienen que seguir luchando día a día por reconstruir sus vidas.
MUCHA FUERZA, JAPÓN.
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