¡Hola a todos! Soy Patricia y éste es mi primer post en Hanabi, así que me gustaría contarles un poco por qué decidí venir a estudiar a Japón.
Yo estudié Educación Primaria en la Universidad Católica del Perú, y luego de graduarme, empecé a trabajar como profesora de primaria. Conforme pasaban los meses, en mi primer año de trabajo, sentía que todavía tenía mucho que aprender sobre la educación. Sabía que la práctica te enseña mucho, pero a la vez, sentía que las cosas que yo quería aprender no eran sobre la práctica en el aula, sino que quería conocer cómo funcionaba la educación en otros países, sobre qué ideales y con qué objetivos. Fue así que pensé en venir a estudiar a Japón.
En esa época, la prefectura de Fukushima, de donde son mis abuelos, ofrecía una beca maravillosa de dos años: un año para estudiar el idioma de forma intensiva (todos los días) en la universidad y el segundo año para llevar clases de la especialidad, como alumno libre, en la universidad que uno eligiera. Yo elegí llevar clases sobre el sistema educativo japonés y también sobre problemas de aprendizaje en la Universidad de Fukushima.
Cuando yo estaba postulando a esa beca, desde Perú, una vez conversé con mi profesora de la U. Católica y le conté mis planes. Ella se quedó muy sorprendida y me dijo que para qué iba a ir a estudiar a Japón, que era mejor ir a un país como España, que tuviera buenos niveles educativos y un sistema más parecido al nuestro; además del mismo idioma. Dijo que en España iba a aprender más cosas y que ella no se imaginaba qué cosa podría aprender yo en Japón.
Siempre se me quedaron muy grabadas sus palabras porque yo sabía que ella no tenía razón. En ese momento yo no podía responderle exactamente qué cosas podía ofrecerme Japón, porque era justamente eso lo que yo quería descubrir. Así que solamente la escuché, pero sabiendo que yo no iba a dejar pasar esa gran oportunidad que se me estaba presentando.
Desde que llegué a Japón supe que yo había venido al lugar correcto. Vine con la beca de Fukushima y me enamoré tanto de Fukushima, como de Japón, y de su gente. Fue así que esos dos años luego se convirtieron en ocho años más. Así, ya llevo más de diez años aquí. Luego de la beca de Fukushima, volví a Japón nuevamente para hacer una maestría y luego de la maestría continué hasta el doctorado.
Y vuelvo atrás siempre, recordando las palabras de mi profesora: “No me imagino qué vas a poder aprender en Japón sobre educación”. Ahora pienso más bien que no pude haber llegado a mejor lugar. Los ideales de educación, los fundamentos de la educación, la forma en que funciona el sistema educativo… Es cierto que todo eso es totalmente diferente a Perú, pero no en el sentido en que decía mi profesora, de que al ser diferente no me serviría de nada “para llevarlo al Perú”. Justamente, esa diferencia es lo que me ha enseñado mucho, me ha enseñado que hay formas diferentes de hacer y pensar las cosas.
Hay infinitas cosas que valoro y que sé que ni en Perú ni en España habría podido aprender. Así que, cuando escucho que últimamente hay becas prefecturales en Perú que se están desperdiciando porque los jóvenes no quieren venir, pensando lo mismo que pensaba mi profesora, es decir, que Japón al ser tan diferente no tiene mucho que ofrecerles académicamente. Están muy equivocados. Ojalá más nikkeis en Perú sigan viniendo, conociendo el país de sus ancestros y todo lo que éste tiene para ofrecernos a un nivel mucho más alto del que esperamos.
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